Los que nacimos en democracia no tenemos la culpa de que la generación de Quim Monzó no fuese capaz de acabar con Franco. No sé si nosotros lo hubiésemos hecho mejor, pero lo cierto es que a excepción del Partido Comunista de España, y alguno más, nada de nada. Nos hacen creer que todos corrieron delante de los grises y de que formaban parte de algún partido de corte maoísta. Toda generación necesita su revolución, y la nuestra está viviendo la suya, mal que algunos la intenten infravalorar tildándola de patochada infantil.
Siempre se ha dicho que tras unas elecciones todas las formaciones políticas celebran los resultados como un triunfo. Este es otro gesto de los políticos que aleja a los ciudadanos de esos seres que sonríen en la tele aclamados por la claque, que nos deja perplejos y nos asquea. Interpretan los resultados de una manera interesada, con el último objetivo de justificar que siguen en el circo durante cuatro años más. El movimiento del 15M cuestiona esto mientras los políticos profesionales se aferran a la urna como único instrumento de participación democrática.
Las reivindicaciones indignadas referentes al cambio de Ley Electoral, compartidas por partidos de representación minoritaria como IU, UPyD o Ciudadanos, causan alergia al establishment político español. La clase política se legitima a sí misma únicamente a partir de los votos, pero únicamente de los válidos, y a su manera.
Como hijo de Badalona les voy a explicar una anécdota. Les prometo que no es un chiste. Durante la noche electoral del 22M, TV Badalona y Ràdio Ciutat de Badalona analizaron en directo los resultados con la colaboración de los representantes de los partidos políticos con representación en el Ayuntamiento, hasta el momento, es decir, PSC, PP, CiU, ICV-EUA, y ERC. Insisto, no es un chiste. En un momento dado la representante en el debate por ICV-EUA, señora Carme Martínez, concluye que Xavier García Albiol (PP) no ha ganado las elecciones, puesto que la mayoría de ciudadanos de Badalona no le han votado. Paradójica y original manera de analizar la realidad, pero olvidó explicitar que una minoría muchísimo más minoritaria había apostado por su propio partido.
Siguiendo su peculiar lógica, el Estatuto de Autonomía de Cataluña de 2006 sería un texto ilegítimo refrendado por una minoría de catalanes (solo 73,9% de votos a favor sobre una participación minoritaria de 48,85%); mirando por el cristal que utilizó la señora Carme Martínez, el Barça no es el club mayoritario de los catalanes, pues imagínese usted lo que suman merengues, espanyolistas, béticos, colchoneros, arlequinats y gente a la que no le gusta el fútbol; es tanto como decir que durante la dictadura la mayoría de ciudadanos estaba a favor del régimen, pues los que estaban en contra eran una minoría dentro de la gran mayoría silenciosa.
Otro tanto le ocurre a Artur Mas (CiU), que utiliza los resultados de las autonómicas del 22M para justificar los recortes en sanidad y educación. En este aspecto Carme Martínez y Artur Mas comparten el cristal por el que miran e interpretan la voluntad ciudadana. Curiosa concepción de la democracia. Curiosa lectura de los votos válidos, de los votos nulos y de la abstención. Afirman que la democracia no necesita adjetivos. Pues, si no nos gusta el cristal por el que miran su democracia, tendremos que cambiar el sustantivo.