Ana María Matute deja escapar una entrañable lágrima al recoger el Premio Cervantes, pero nada comparado con la emoción de ver un trofeo destrozado bajo las ruedas de un autocar.
Chuta Villa y los cinco millones de parados reciben una llamada de teléfono ofreciéndoles trabajo. Para Casillas y las Pymes dejan de bajar persianas. En Libia se atizan de lo lindo mientras la cámara superlenta nos ofrece la entrada de Pepe a Xavi.
Y si usted no se deja hipnotizar por el partidodelsiglo de la semana no pierda detalle de la boda del año, de la que podrá dar buena cuenta gracias a la masiva cobertura mediática.
Los bancos siguen embargando viviendas que siguen revendiendo mientras gritamos uyyyyy.
¿”¡Indignaos!”? Imposible indignarse salvo si Alves se revuelca como un cochinillo en el cieno fingiendo una agresión. Si en los años 40 hubiese existido esta prensa deportiva tan babosa Stéphane Hassel no habría militado en la Resistencia francesa. La simiente de la adormidera futbolera no entiende de clases sociales, ni nacionalidades ni sensibilidades culturales. Y si hay que darse de tortas que sea por defender el honor de Cristiano.
Somos tan primarios que da miedo gritar, ahora más que nunca: “¡Tenemos lo que nos merecemos!”.