Hace unas semanas apareció por estos foros un texto tiltulado La ciudad que se mira en las postales e inéditamente subtitulado Mierda de ciudad. Ya es hora de que la ciudad se empiece a mirar con los ojos de los que hace tiempo vinieron a Barcelona con ilusión y volvieron a su país con un disgusto y la billetera vacía.

Nuestro Ayuntamiento ya no engaña a nadie con sus campañas de publicidad: Barcelona Race no-sé-qué, Red Bull Air no-sé-cuántos… brochazos de proyección internacional que ya no engañan ni a los que han sido robados en Barcelona, ni a los que conocen a alguien que lo ha sido, ni a los vecinos secuestrados por los continuos cortes de calles y que se sienten inseguros en su propia ciudad.

El año pasado, 310 hurtos de media diarios. Multirreincidencia. Es lo que hay. Protagonismo en estos hurtos de jóvenes marroquíes y gitanos del este de Europa. La evidencia no deja de serlo por tratar de ignorarla. Hay quien no llama guerra a la guerra ni crisis a la crisis. El alcaldable que en gran medida se llevará el gato al agua en las próximas municipales de mayo será aquel que se libere de los complejos, que con discursos moderados y honestos llame a las cosas por su nombre, que no le importe ser etiquetado de xenófobo o alarmista. En estos casos, los políticos de derechas suelen tomar la delantera a la hora de exponer el problema, aunque no suelen tener demasiada fortuna cuando plantean soluciones.

A uno de los dos candidatos en las primarias del PSC no le han robado aún la cartera. Literalmente. Es Montserrat Tura, claro, aunque esto es fácil si no vas en metro –ese medio de transporte tan barato, tan seguro y tan bien perfumado-, no paseas por el centro si no es acompañado de guardaespaldas, ni te metes mano en la playa mientras alguien te roba la ropa y el bolso.

Jordi Hereu no ha tenido la misma suerte y que le han metido la mano en el bolsillo. No literalmente. Señor Hereu, hágame usted caso y dése una vuelta por el centro de su ciudad, coja el metro en Urquinaona o Paseo de Gracia, báñese en el mar y descuide sus efectos personales en la arena. Pero si de verdad no quiere que le vuelvan a robar la cartera, evite usted, en la medida de lo posible, pasear cerca de la calle Nicaragua.